La crisis de 2008 nos trajo la
contención del gasto y un dramático recorte en servicios públicos, servicios
que sustentan nuestro Estado de Bienestar, entre ellos los servicios sociales.
Estos recortes provocaron una escasez de recursos humanos, técnicos,
financieros… en unos momentos en que la demanda ciudadana de servicios sociales aumentaba,
llevando al sistema a un encallamiento.
Desde el inicio de la
crisis las y los profesionales del Trabajo Social de los servicios sociales se
ven movidos como un péndulo en su proceso de intervención que va desde el compromiso
con los derechos sociales de las personas, grupos y comunidades como
motores de transformación a formas de intervención de carácter benéfico-asistenciales
en las que la persona pierde su condición de ser en potencia para convertirse
en ser pasivo, lo que nos lleva a tiempos pasados y oscuros de la acción
social.
La aparición de las últimas leyes
de servicios sociales, en las que se contempla al Trabajo Social como la
profesión de referencia del Sistema Público de Servicios Sociales, provoco en su momento cierto grado de euforia contenida en el colectivo por el reconocimiento a la
labor de décadas de esfuerzos para sacar adelante al sistema. Pero también, nos hizo reflexionar sobre la necesidad de revisar nuestra intervención para volver a centrarnos en las personas, los grupos y las comunidades como ejes de
cambios, y unido al desarrollo de los derechos sociales nos posibilitará superar
la travesía pendular en la que nos encontrábamos desde 2008.
Pero sin avisos previos, en 2020 aparece
la pandemia provocada por un virus que provoca una crisis sanitaria, económica y social sin precedentes que ha hecho añicos nuestra leve euforia. La realidad se impone y su crudeza nos da un baño de
realidad. Estupefactos comprobamos que la atención a la necesidades más básicas, aquellas
que son de subsistencias, se convierten en nuestro principal objeto de
intervención.
La emergencia social nos aleja
de parte de nuestras funciones para centrarnos en la pura gestión y
tramitación de ayudas, lo que puede estar provocando que otras profesiones
que comparten el campo con el Trabajo Social estén empezando
a asumir funciones e intervenciones que hemos ido dejando de hacer aún cuando siguen
siendo necesarias. Es por ello, que debemos pensar que nosotros no podemos resolver el
problema de la pobreza, pues es un problema que tiene raíces mucho más
profundas.
Hace unos días en el programa de
la ser A vivir que son dos días (7/Febrero/2021)
una compañera Trabajadora Social decía algo así como que lo de Asistente Social quedaba lejos y que hoy de lo que tenemos que
hablar es de Trabajo Social. Pero también es necesario pensar que quien olvida su
pasado y desanda su presente puede perder la perspectiva de futuro.