En los últimos años, asistimos a un proceso de profundo cambio en nuestros centros de trabajo, insertos en grandes instituciones cuyos procesos organizacionales día a día se hacen más complejos, y afectan a su funcionamiento y en ocasiones incluso a sus propios objetivos. El profesional centra su trabajo entorno a las prestaciones sociales que la propia institución pone en marcha. La demanda ciudadana queda atrapada en una tupida red de programas y procedimientos, donde lo cuantitativo se impone a lo cualitativo en la atención. Entonces, en ocasiones sentimos que nuestro objeto de trabajo, en cierta manera, se ve despojado frente a la gran institución.
Las prestaciones sociales tienen su importancia. Años atrás nos manifestamos por la precariedad y la falta de recursos, hoy existen más y mejores recursos, pero también insuficientes. Sin embargo, en nuestro pasado más reciente, la base de nuestro trabajo giraba entorno a la relación de ayuda, en la que el profesional y el usuario eran los dos recursos básicos de la intervención para afrontar y resolver las diversas necesidades y problemáticas sociales que afectaban al propio usuario.
Hoy sentimos como esa relación de ayuda queda desdibujada entre tanto requisito, procedimiento y tiempo de trámites. Es por lo que, a estas alturas deberíamos repensar nuestro quehacer diario, y retomar como esencia la relación de ayuda como eje central en la atención a la persona, persona que es ciudadana/o de pleno derecho.
Las prestaciones sociales tienen su importancia. Años atrás nos manifestamos por la precariedad y la falta de recursos, hoy existen más y mejores recursos, pero también insuficientes. Sin embargo, en nuestro pasado más reciente, la base de nuestro trabajo giraba entorno a la relación de ayuda, en la que el profesional y el usuario eran los dos recursos básicos de la intervención para afrontar y resolver las diversas necesidades y problemáticas sociales que afectaban al propio usuario.
Hoy sentimos como esa relación de ayuda queda desdibujada entre tanto requisito, procedimiento y tiempo de trámites. Es por lo que, a estas alturas deberíamos repensar nuestro quehacer diario, y retomar como esencia la relación de ayuda como eje central en la atención a la persona, persona que es ciudadana/o de pleno derecho.