A diario nos llegan noticias de la crisis. Crisis que parecía nueva y especial, incluso se llego a pensar que ponía en duda los principios del propio sistema capitalista, y nos hizo albergar esperanzas de un mundo nuevo o al menos mejor. Pero, la realidad empieza a ser otra, ésta crisis se asemeja a otras, y el sistema capitalista en vez debilitarse nos da la sensación que saldrá fortalecido.
A Europa la crisis le esta resultando muy costosa, y no solo en lo económica sino también en lo institucional, pero sobre todo en lo social.
A nivel económico vemos como el euro baja respecto al dólar, y la crisis no se inicio aquí. A nivel institucional asistimos a deliberaciones, tomas de decisiones, puesta en marcha de medidas sin la rapidez necesaria que el momento requiere. Da la sensación de falta de integración o cohesión como entidad supranacional político-jurídico-administrativa donde cada Estado miembro sigue manteniendo unos márgenes muy importantes de independencia. A nivel social, Europa se ha venido caracterizando por ser un espacio geográfico en el mundo donde el Estado de Bienestar era y es posible, independientemente de la diferencia entre los países de la Unión con modelos y niveles de desarrollo de dicho Estado.
En las últimas semanas, desde instancias políticas, académicas, económicas, financieras… enmarcadas en corrientes ideológicas conservadoras están propugnando recortas en el gasto social (educación, sanidad, pensiones, servicios sociales…) al considerar la política social deficitaria y no generadora de riqueza. Éste mensaje empieza a calar en determinados sectores de la población.
Se habla mucho de la Europa económica y poco de la Europa Social.
Nosotros los ciudadanos europeos debemos alzar nuestra voz ante las propuestas de recortes en los sistemas de protección social que son los que garantizan la efectividad de nuestros derechos sociales, conseguidos a lo largo muchos años de sacrificio y trabajo. Si aceptamos los recortes en materia social implicará que una disminución muy importante en estado personal, familiar, grupal y comunitario de bienestar.
A Europa la crisis le esta resultando muy costosa, y no solo en lo económica sino también en lo institucional, pero sobre todo en lo social.
A nivel económico vemos como el euro baja respecto al dólar, y la crisis no se inicio aquí. A nivel institucional asistimos a deliberaciones, tomas de decisiones, puesta en marcha de medidas sin la rapidez necesaria que el momento requiere. Da la sensación de falta de integración o cohesión como entidad supranacional político-jurídico-administrativa donde cada Estado miembro sigue manteniendo unos márgenes muy importantes de independencia. A nivel social, Europa se ha venido caracterizando por ser un espacio geográfico en el mundo donde el Estado de Bienestar era y es posible, independientemente de la diferencia entre los países de la Unión con modelos y niveles de desarrollo de dicho Estado.
En las últimas semanas, desde instancias políticas, académicas, económicas, financieras… enmarcadas en corrientes ideológicas conservadoras están propugnando recortas en el gasto social (educación, sanidad, pensiones, servicios sociales…) al considerar la política social deficitaria y no generadora de riqueza. Éste mensaje empieza a calar en determinados sectores de la población.
Se habla mucho de la Europa económica y poco de la Europa Social.
Nosotros los ciudadanos europeos debemos alzar nuestra voz ante las propuestas de recortes en los sistemas de protección social que son los que garantizan la efectividad de nuestros derechos sociales, conseguidos a lo largo muchos años de sacrificio y trabajo. Si aceptamos los recortes en materia social implicará que una disminución muy importante en estado personal, familiar, grupal y comunitario de bienestar.
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